Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
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Frase
"El Parque Nacional de Ordesa es un reino de montañas y cascadas donde la naturaleza se muestra en su forma más pura y majestuosa."
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Montañas y valles de gran belleza
El Parque Nacional de Ordesa es un paraíso para los fotógrafos gracias a sus majestuosos paisajes de montañas escarpadas, valles profundos y cascadas espectaculares. Los imponentes picos del Monte Perdido, junto con los frondosos bosques que cambian de color con las estaciones, ofrecen una variedad de escenarios impresionantes. La luz que se filtra entre los árboles y los reflejos en las aguas cristalinas de los ríos y lagos crean oportunidades para capturar imágenes de gran belleza. Además, la diversidad de flora y fauna del parque permite capturar detalles únicos de la naturaleza en cada visita.
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Material necesario
Para hacer senderismo en el Parque Nacional de Ordesa, es importante llevar un buen equipo para disfrutar de la experiencia y capturar sus hermosos paisajes. A nivel personal, necesitas unas botas de senderismo cómodas que te protejan y den buen agarre en terrenos irregulares. Viste con ropa en capas, como camisetas transpirables y una chaqueta impermeable, para adaptarte a los cambios de temperatura y clima. Lleva una mochila ligera con una botella de agua, algunos bocadillos, un mapa, protector solar, un sombrero para el sol y, si es posible, unos bastones de senderismo para ayudarte en el camino. En cuanto al equipo fotográfico, una cámara DSLR o mirrorless será tu mejor aliada. Lleva un lente gran angular para capturar paisajes y un teleobjetivo para fotografiar animales a distancia. Un trípode ligero es útil para tomar fotos más estables, especialmente de cascadas y ríos. No olvides llevar baterías y tarjetas de memoria extra para no quedarte sin energía o espacio para tus fotos. Con este equipo, estarás listo para disfrutar y capturar la belleza de Ordesa.
El Parque
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, ubicado en el corazón de los Pirineos en Huesca, España, es un lugar lleno de historia, naturaleza y belleza impresionante que ha fascinado a generaciones de visitantes. Fundado en 1918, es uno de los parques nacionales más antiguos de España y fue creado para proteger el espectacular Valle de Ordesa y sus alrededores. Con el tiempo, el parque ha crecido y ahora abarca también los valles de Añisclo, Escuaín y Pineta, así como el imponente Monte Perdido, que con sus 3.355 metros de altura, es la tercera cumbre más alta de los Pirineos.
El paisaje del parque es verdaderamente impresionante. Imagina caminar por valles profundos y verdes, rodeados de altas montañas de roca caliza que parecen tocar el cielo. Durante el verano, las praderas se llenan de flores de todos los colores, mientras que en otoño, los bosques de hayas y abetos se tiñen de rojos y dorados, creando un espectáculo natural que deja sin aliento. El agua es un elemento clave en Ordesa, con ríos cristalinos que fluyen por el valle, formando espectaculares cascadas como la famosa Cola de Caballo, que es uno de los puntos más fotografiados del parque.
La biodiversidad de Ordesa es otra de sus grandes riquezas. En sus bosques y montañas habitan animales emblemáticos como el sarrio, un tipo de cabra montés, el quebrantahuesos, un impresionante ave rapaz que se alimenta de huesos, y numerosas especies de mariposas, algunas de ellas muy raras. Los senderos del parque permiten a los visitantes adentrarse en esta naturaleza salvaje y disfrutar de su flora y fauna en un entorno relativamente accesible.
Mucha gente visita Ordesa por la belleza de sus paisajes y por las oportunidades que ofrece para la aventura y el contacto con la naturaleza. Los amantes del senderismo encuentran en sus rutas un verdadero paraíso, con caminos que van desde paseos fáciles por el fondo del valle hasta desafiantes ascensiones a cumbres y collados. Fotógrafos y pintores vienen atraídos por la luz especial del lugar y por los contrastes de colores y formas que ofrece el paisaje. Además, Ordesa es un lugar perfecto para disfrutar en familia, con áreas donde los niños pueden explorar la naturaleza de forma segura y aprender sobre la importancia de conservar estos espacios.
Cascada Cola de Caballo (Ordesa)
La ruta hacia la Cola de Caballo
La ruta hasta la Cascada de la Cola de Caballo es una de las más populares y bellas del parque, perfecta para disfrutar en familia aunque hay que valorar diferentes factores. Este recorrido es de aproximadamente 17 kilómetros (ida y vuelta) y suele tomar entre 5 y 7 horas completarlo, dependiendo del ritmo y las paradas para descansar o admirar el paisaje.
La ruta a pie se inicia en la pradera de Ordesa donde se puede acceder en coche fuera de la temporada de verano. En esta época el acceso solo puede hacerse mediante la línea de autocares que suben los visitantes desde el pueblo de Torla a la pradera.
Al llegar a la pradera disponemos de una cafetería-restaurante donde podemos reponer fuerzas o avituallarnos si necesitamos agua o comida.
La ruta es tan bella como exigente. Está muy bien señalizada pero dado que hay tramos duros con subidas difíciles para las personas que no tengan un mínimo de fondo físico, aconsejamos que se asesoren antes bien de las condiciones meteorológicas y lleven el equipo y material necesario.
Como alternativa se puede hacer la ruta hasta las Gradas de Soaso y volver con lo que se puede disfrutar de la vista de algunas cascadas y evitarnos el tramo final que es más duro especialmente si vamos con niños.
En verano la ruta está muy masificada, aunque desde la organización restringen el número de personas que pueden acceder el mismo día al parque. Por tanto, aconsejamos la salida a primera hora de la mañana desde la estación central de autobuses en Torla.
Frente a la Cola de Caballo
Paisaje:
El pequeño mundo
En el Parque Nacional de Ordesa, los pequeños insectos como mariposas, abejas y otros polinizadores desempeñan un papel crucial en el equilibrio del ecosistema. Estos diminutos seres son fundamentales para la polinización, un proceso esencial para la reproducción de muchas plantas y flores que embellecen los paisajes del parque. Sin estos insectos, muchas de las especies vegetales no podrían producir frutos ni semillas, lo que afectaría directamente la cadena alimenticia de la fauna local y la biodiversidad del entorno.
Las mariposas, por ejemplo, no solo aportan color y belleza al parque, sino que también actúan como indicadores de la salud ambiental. Su presencia en abundancia señala un ecosistema equilibrado y limpio, ya que son muy sensibles a los cambios en su hábitat. Del mismo modo, las abejas, con su labor incansable de recolectar néctar y polen, no solo facilitan la polinización de una amplia variedad de plantas, sino que también son clave para la producción de alimentos para otros animales.
Además, los insectos polinizadores contribuyen a la diversidad genética de las plantas. Al llevar polen de una flor a otra, facilitan la mezcla de material genético, lo que permite que las plantas desarrollen una mayor resistencia a enfermedades y a cambios en el medio ambiente. Esta diversidad es vital para la resiliencia del parque frente a las amenazas externas, como el cambio climático.
Sin la actividad de estos pequeños polinizadores, el paisaje del Parque Nacional de Ordesa cambiaría drásticamente. La falta de polinización afectaría la floración de los campos y bosques, alterando el ciclo de vida de numerosas especies animales que dependen de esas plantas para alimentarse y refugiarse. Por eso, proteger a las mariposas, abejas y otros polinizadores es fundamental para mantener el equilibrio y la belleza natural que hacen de Ordesa un lugar tan especial.