Macro Fotografía: Capturar a los Pequeños Insectos
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Araña saltarina. Muy común también en zonas urbanas. Destacan sus mútiples ojos.
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Primer plano de una mosca soldado negra. Destacan sus poderosos ojos compuestos.
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Ejemplar de una hormiga cosechadora.
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Primer plano de la cara de una polilla.
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Un ejemplar de escarabajo del olmo.
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De la familia de los chinches, un ejemplar de Cimice delle piante.
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Cita
"En la minuciosidad de lo pequeño, incluso en su aparente monstruosidad, se encuentra una belleza singular que despierta la curiosidad y redefine nuestra percepción estética."
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Insectos y formas monstruosas
Los insectos, con sus formas exóticas y a menudo monstruosas, dan vida a un reino diminuto lleno de maravillas biológicas, recordándonos que incluso en lo grotesco puede encontrarse una fascinante belleza natural.
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Fotografiar insectos
Fotografiar un insecto de cerca permite descubrir un fascinante micromundo lleno de detalles sorprendentes. Cada delicada textura, patrón y color en sus diminutas alas o exoesqueleto revela una obra maestra de la naturaleza que, a menudo, pasa desapercibida. Capturar la esencia de estos pequeños seres no solo resalta su increíble biodiversidad, sino que también ofrece una oportunidad única para apreciar la asombrosa complejidad y belleza que se esconde en lo más pequeño de nuestro entorno.
Esos pequeños monstruos
Denominamos “pequeños monstruos” a aquellos diminutos animales, normalmente insectos, que cuando los vemos en aumento y descubrimos su estructura nos parece descubrir un verdadero alienígena, aunque algunos de ellos cumplen un papel fundamental en los ecosistemas naturales.
Los insectos son el grupo de animales más diverso del planeta, con más de un millón de especies descritas hasta la fecha. Se encuentran en una amplia variedad de hábitats y desempeñan roles ecológicos cruciales para la vid natural como polinizadores, descomponedores y depredadore
A pesar de su importancia para el equilibrio ambiental, los insectos suelen ser rechazados y generar temor a muchas personas. El miedo a los insectos, conocido como entomofobia, es bastante común y puede tener diversas raíces. Algunas de las razones por las que muchas personas temen a los insectos puede deberse a que su apariencia es inusual, presentando formas que resultan desagradables como patas largas, antenas y mandíbulas que pueden parecer amenazadoras.
El miedo a las picaduras de insectos y la posibilidad de veneno son factores significativos. Las reacciones alérgicas a picaduras de insectos también pueden intensificar el miedo.
En algunas culturas, los insectos se asocian con la suciedad, la enfermedad o la maldad. Las representaciones negativas en la literatura, el cine o la cultura popular también pueden contribuir al miedo.
Finalmente, la transmisión de enfermedades ya que algunos insectos pueden ser vectores de enfermedades, lo que aumenta el temor a contraer enfermedades a través de picaduras o contacto con ellos.
Pero dentro de los insectos, hay algunas especies que, pese a su función natural, no dejan de tener una cierta leyenda negra con más o menos razón. Así los diferentes tipos de mosquito y, en general, aquellos que se alimentan de sangre de sus víctimas, están entre los más rechazados.
Actualmente, también convivimos con especies invasoras que suelen provocar cambios drásticos en los ecosistemas locales. Es el caso de la hormiga roja a la que se le supone cierta agresividad o de la avispa asiática.
La araña de pared doméstica
En las esquinas más recónditas de nuestras casas, donde la luz apenas llega, es común encontrar una figura discreta pero inquietante para muchos: la araña de pared. Esta pequeña araña, que puede parecer insignificante a simple vista, tiene un lugar destacado en el ecosistema doméstico. Aunque no todas las arañas que habitan las paredes pertenecen a una sola especie, suele asociarse con arañas del género Pholcus, conocidas coloquialmente como arañas domésticas o patas largas.
Esta araña es, en general, de tamaño pequeño o mediano, con un cuerpo alargado y esbelto que puede medir entre 2 y 10 milímetros, aunque sus patas largas y delgadas pueden hacerla parecer mucho más grande. Estas patas, que pueden superar varias veces la longitud de su cuerpo, le dan un aspecto frágil y delicado. El cuerpo de la araña es de color grisáceo o marrón pálido, a menudo con manchas o marcas que le permiten camuflarse fácilmente contra la pared o el techo.
El abdomen de estas arañas suele ser de forma ovalada o ligeramente cilíndrica, y sus ojos están dispuestos en tres grupos, lo que les da una capacidad visual limitada. Sin embargo, lo que les falta en visión lo compensan con su aguda percepción de las vibraciones, que les permite detectar presas que caen en sus telas o amenazas cercanas.
Las arañas de pared son cazadoras pacientes. Prefieren establecerse en áreas tranquilas, tejiendo redes irregulares y delicadas en las esquinas de las habitaciones, bodegas, o garajes, generalmente en techos o esquinas donde rara vez hay movimiento. A diferencia de otras arañas que pueden tejer telas geométricas y ordenadas, las de pared crean estructuras caóticas que parecen hiladas al azar, pero que son lo suficientemente efectivas para atrapar a los insectos desprevenidos.
Estas arañas son depredadoras voraces de insectos domésticos, como moscas, mosquitos y polillas pequeñas. Su método de caza consiste en esperar pacientemente a que las presas caigan en sus redes. Cuando un insecto queda atrapado, la araña de pared utiliza sus patas para inmovilizarlo y luego lo muerde, inyectando una potente toxina que inmoviliza a la presa antes de consumirla.
Por tanto, aunque muchas personas pueden encontrar desagradable su presencia, la araña de pared cumple una función beneficiosa en el hogar, ya que controla las poblaciones de insectos molestos, como mosquitos y moscas. Son como cazadores nocturnos que mantienen el equilibrio natural sin que apenas nos demos cuenta.
Existe una creencia popular que sostiene que el veneno de la araña de pared es uno de los más tóxicos del mundo, pero que sus colmillos son demasiado pequeños para penetrar la piel humana. Sin embargo, esto es un mito. Si bien tienen veneno, no es peligroso para los humanos, y sus colmillos, aunque diminutos, podrían morder si se ven forzadas, pero el efecto sería insignificante, similar a una picadura leve.
La araña de pared no suele ser invasiva ni agresiva. Prefiere mantenerse en lugares elevados y tranquilos, evitando el contacto directo con los humanos. Su aspecto delicado y esquelético le ha valido una reputación injusta de ser temible, pero en realidad, es un aliado silencioso en la lucha contra los insectos en el hogar.
Araña saltarina
Las arañas saltarinas pertenecen a la familia Salticidae y son unas de las arañas más curiosas y fascinantes que podemos encontrar, incluso dentro de nuestros hogares. Son pequeñas, con un tamaño que generalmente varía entre 5 y 15 milímetros, y poseen un aspecto compacto y robusto. Su característica más llamativa son sus grandes ojos frontales, que les otorgan una visión excelente y una apariencia expresiva, casi adorable. Esta visión superior, combinada con sus movimientos ágiles, hace que las arañas saltarinas sean unas cazadoras increíblemente precisas.
Estas pequeñas arañas son conocidas por su comportamiento activo y curioso. A diferencia de muchas otras especies, no tejen telas para cazar; en lugar de eso, acechan a sus presas y, como su nombre indica, saltan sobre ellas con una precisión que impresiona. Este salto lo logran gracias a una súbita presión del líquido interno en sus patas, lo que les permite moverse con gran rapidez y agilidad para capturar pequeños insectos, como mosquitos o ácaros. Este comportamiento de cazador hace que, sin darnos cuenta, las arañas saltarinas contribuyan al equilibrio de los pequeños ecosistemas de nuestras casas, ayudando a mantener bajo control algunas plagas.
Aunque a menudo pasan desapercibidas debido a su tamaño reducido y su tendencia a quedarse quietas observando su entorno, las arañas saltarinas son habitantes regulares de nuestros hogares, especialmente en aquellos espacios donde abundan las plantas. Se instalan entre las hojas y tallos de las plantas de interior, ya que estos lugares les ofrecen tanto un buen refugio como un excelente lugar para encontrar alimento. Les gusta moverse entre las macetas, aprovechando las zonas soleadas para calentarse durante el día y las sombras para acechar pequeños insectos que puedan esconderse entre las hojas.
Lo interesante de estas pequeñas criaturas es su capacidad de interacción; a menudo parecen más curiosas que asustadas cuando se encuentran con seres humanos. Con sus grandes ojos frontales, observan atentamente el entorno, incluso siguiendo con la mirada lo que ocurre a su alrededor. Este comportamiento puede hacerlas parecer casi inteligentes, diferenciándolas de otras arañas más reacias al contacto.
Estas arañas no representan ningún peligro para nosotros, pues no son agresivas ni venenosas para los humanos. En realidad, son visitantes que nos ayudan más de lo que creemos, ya que cazan pequeños insectos que podrían volverse molestos. Al convivir con ellas, estamos compartiendo el espacio con un microdepredador silencioso, una parte importante del micromundo que mantiene en equilibrio los pequeños ecosistemas de nuestros hogares.
El mundo de las hormigas
Las hormigas, generalmente, son aceptadas como unos insectos amigables, trabajadores y salvo que invadan nuestras casas suelen ser respetados por la mayoría de personas.
Sus colonias son a menudo descritas como superorganismos, ya que las hormigas individuales trabajan en conjunto como células en un organismo más grande. La cooperación es clave para el éxito de la colonia.
A pesar de su pequeño tamaño, las hormigas son conocidas por su fuerza relativa.
Pueden transportar objetos que pesan muchas veces su propio peso, gracias a la estructura de sus cuerpos y músculos.
Las hormigas se comunican principalmente a través de feromonas, sustancias químicas que secretan y perciben. Estas feromonas son utilizadas para marcar senderos, señalar peligros, y comunicar la presencia de alimentos, entre otras cosas.
Se estima que hay más de 12,000 especies de hormigas en todo el mundo, y se cree que solo una pequeña fracción de ellas ha sido descubierta y clasificada por los científicos.
Son extremadamente sociales y viven en colonias organizadas. Cada colonia generalmente tiene una reina (o varias reinas), obreras y, en algunas especies, soldados.
Las reinas de algunas especies de hormigas pueden vivir durante muchos años, incluso décadas. Su función principal es poner huevos y mantener la colonia.
Pueden tener diversas estrategias de defensa, que van desde morder y picar hasta la liberación de sustancias químicas irritantes o la formación de estructuras defensivas, como nidos de hojas.
No obstante, hay especies que pueden ser ciertamente agresivas si se las molesta o ven en peligro sus colonias por invasión de su territorio o falta de recursos. Es el caso de la hormiga roja.
La naturaleza también puede ser cruel
Un ataque sincronizado
Las hormigas rojas pueden atacar a otras especies de hormigas, incluso a aquellas que son más grandes en tamaño. Son bien conocidas por ser agresivas y territoriales, y a menudo defenderán su colonia contra invasores, incluidas otras hormigas.
Cuando las hormigas rojas encuentran hormigas de otra colonia invadiendo su territorio, pueden desencadenar ataques agresivos. Estos ataques suelen implicar mordeduras y picaduras, y las hormigas rojas pueden movilizar a un gran número de individuos para defender su colonia.
En las fotografías, tomadas en su entorno natural de campo, se observa un ataque perfectamente planificado de las hormigas rojas a una hormiga común. Dado que son más pequeñas, la estrategia bien planificada consiste en que cada pata de la hormiga atacada va ser inmovilizada por una hormiga roja. También las antenas son atacadas y se intentan seccionar ya que son órganos altamente especializados en funciones vitales de comunicación y orientación.